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Las patas de gallo, ¿qué hacer con ellas?

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Las patas de gallo, en inglés crow´s feet (literalmente, patas de cuervo), son las arrugas faciales que aparecen en lateral de los párpados resultado de la contracción del músculo orbicular de los ojos. Este músculo es el responsable de que podamos cerrar los ojos tanto de manera voluntaria (para dormir o evitar que algo nos salpique o entre en el ojo) como involuntaria (al parpadear). Dado que es un músculo que se utiliza mucho, la piel que lo recubre sufre un continuo movimiento de contracción y relajación. Como en todo, las secuelas de este movimiento no son iguales para todo el mundo: hay personas que con 20 años tienen unas patas de gallo muy pronunciadas y otras que hasta que no cumplen 50 años, no.

¿Por qué tengo unas patas de gallo más llamativas que otras personas?

Va a depender de la fuerza muscular del orbicular, de la calidad de la piel que lo recubre, de los gestos de la paciente y de los factores externos.

  • La fuerza del orbicular depende de la que tenga cada uno, teóricamente, como cualquier otro músculo, se podría “entrenar”, pero es difícil que alguien quiera tener un músculo muy desarrollado alrededor de los ojos, seguramente el aspecto sería horrible…
  • La calidad de la piel de cada paciente es un factor con el que se nace, pero también es un factor que se modifica con los hábitos de vida, entre ellos, los más importantes, como siempre, son la exposición al sol y al tabaco.
  • La gestualidad es muy importante: cuanto más se sonríe o se entornan los ojos (porque nos moleste la luz, por ejemplo, o porque no veamos bien y necesitemos gafas para enfocar) más se contrae el músculo y más arrugas se desarrollarán.

¿Todas las patas de gallo son iguales?

No, hay que distinguir principalmente dos tipos de patas de gallo, las que se producen solo cuando sonreímos o entornamos los ojos y las que están presentes sin gestualizar. Y dentro de éstas últimas, las hay poco profundas, que se ven sólo al acercarnos, y las que son más profundas, que se ven desde lejos. Éstas últimas son debidas a que la dermis ha perdido volumen, elasticidad e hidratación.

¿Cómo podemos mejorarlas?

Las patas de gallo que aparecen con los gestos se pueden reducir con el uso de toxina botulínica inyectada en 2 o 3 puntos en el lateral del párpado superior y, si es necesario, otro punto en el párpado inferior. En función de lo que se desee conseguir, se puede inmovilizar más o menos el músculo.

Si la pata de gallo es profunda y está presente en reposo, al uso de toxina botulínica, se asocia inyecciones de ácido hialurónico de baja densidad y alta elasticidad para rellenar esos surcos a la vez que se hidrata la piel. En estos casos el uso de toxina botulínica de manera aislada no da unos resultados adecuados.

En ocasiones, cuando los surcos son muy profundos, es necesario varias sesiones de tratamiento para conseguir un resultado adecuado. Aun así, pata de gallo, de manera general, es una alteración con muy buenos resultados estéticos con este tipo de tratamiento.

En resumen:

Las patas de gallo aparecen como resultado de los gestos, fundamentalmente al sonreir o entornar los ojos.

Hay dos tipos principales de patas de gallo, las que aparecen con los movimientos y las que están presentes en reposo.

El tratamiento actual con toxina botulínica asociada o no a rellenos consigue unos resultados estéticos muy satisfactorios.

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